Me estreno esta entrada con un libro que acabé de leer ayer. A sabiendas de la existencia de una película, cada vez que escuchaba "¿Habéis visto La naranja mecánica?" hacía oídos sordos e intentaba pensar en otra cosa, con vistas a leer algún día esta novela que tenía olvidada en la estantería. Ya sabía yo que algún buen día me pondría a leerlo.
Visión general de la novela
Transmitida en primera persona, Alex utiliza una jerga en su habla, el nadsat. De esta manera, el autor intenta amortiguar la cruda respuesta que se espera de la pornografía. Pero también de la violencia y de la maldad.
Publicada en 1962, tiene 20 capítulos. En 1987 Anthony Burgess explica cómo en la versión inglesa existe un último capítulo, que su editor neoyorquino no le permitió incluir, ya que consideraba que ablandaba la realidad del resto del libro.
Resumen
Se trata de una novela ambientada en la década de los 70, cuyo protagonista es el pequeño Alex. Este chico, amante de la música clásica, se encarga de que te metas en su pellejo y veas con sus ojos lo que ocurre durante esa etapa de su adolescencia. Con quince años, él y sus amigos el Lerdo, Georgie y Pete, al igual que otros grupos de adolescentes, se encargan de potenciar la ola de violencia que sufre la ciudad en ese momento.
En un primer momento, sólo hay páginas y páginas de violencia, física y sexual, que hacen que el lector se conmocione una y otra vez. Después de varios ataques, resulta detenido, tras una situación ridícula en la que mata a una anciana, y traicionado por el resto de los que creía sus drugos. Ya entre rejas, pasado un tiempo, se entera de que existe una forma novedosa de que le reduzcan la condena, a la que accede sin miramientos con ganas de salir de prisión y vengarse. ATENCIÓN SPOILER. Resulta que se trata de un experimento a través del cual le pinchan un líquido que lo hace sentir náuseas mientras le obligan a ver vídeos de violencia durante horas con música clásica. Lo que ocurre es que encuentra relación inconscientemente entre esas tres cosas y cada vez que ve un ápice de agresividad o música de ese estilo le dan arcadas. Tras el tratamiento resulta un ser sin personalidad, que no provoca problemas, como el Gobierno quería.
A lo largo del resto del libro va encontrándose con cada una de sus víctimas, desde sus padres hasta una persona que le ofrece techo al no reconocerle; esa sociedad que no consideraba suficiente castigo el haber pasado por prisión, se encarga de irle dando de "su propia medicina" mientras él solamente es capaz de dejarse y sentir náuseas. En uno de esos encuentros, topa con los opositores del Gobierno, que tratando de ayudarle falsamente, para conseguir sus aspiraciones políticas, le quieren convertir en mártir.
Ante el rechazo de todo su círculo, sus amigos, sus padres y demás conocidos, pretende suicidarse.
El final del libro muestra el paso de Alex de ser adolescente a ser adulto, ya que con lo que le pasa da por finalizada esa anterior etapa de su vida. Y ahí es donde faltaría el capítulo veintiuno del que hablaba el autor.
Opinión personal
En un principio resulta una lectura pesada, ya que has de ir sustituyendo todas las palabras de la jerga por lo que en realidad significan con el diccionario del final del libro. Una vez has pasado por alto esta dificultad, que a mí me hizo en su momento dejar el libro en la tercera página y abandonarlo en la estantería, quedas inmerso en una lectura muy peculiar. El autor logra que te metas en esa forma de hablar y dan ganas de, al cerrar el libro, seguir hablando de slovos, y crichcar, y de débochcas.
Desde el momento en que resulta detenido, cambia la perspectiva y uno se debate entre si realmente es merecido o quizá sea demasiado el castigo recibido. Uno empieza a ver al chico como víctima. Aunque al iniciar el libro solo sientes animadversión por lo ocurrido, más adelante vas buscando la razón por la que se comporta así. Nunca vas a llegar encontrarla, ya que el libro se ciñe a describir una maldad del personaje innata, porque incluso en el momento en que le hacen "el tratamiento", él no se convierte en bueno, él sigue queriendo ser malo, sólo que ve anulada su maldad por egoísmo puro, por no sentirse mal del estómago.
El autor lo que quiere mostrar es que para que exista bondad en la sociedad, ha de existir maldad. Es decir, ha de existir libre albedrío, libertad de elección. Esto significa que la bondad impuesta por el Estado lo único que provoca en aquellos que los que no encaja esa aptitud es el ser una naranja mecánica.
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